Objeción 8. Jesús también pudo hablar en hebreo.
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: “Elí, Elí, lemá sabactani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. Mt. 27. 45-46
Sin embargo esta objeción falla por varias razones. En primer lugar, es cierto que las palabras "Elí, Elí sabactani" están en hebreo, sin embargo no significa que Jesús hablara en hebreo de forma habitual.
El hebreo era la lengua de los eruditos y de las escrituras. Pero el idioma "cotidiano" de Jesús hubiera sido el arameo y es este último el que la mayoría de los estudiosos de la Biblia dicen que habló.
El árabe no se introdujo en Palestina sino hasta mucho después. Sin embargo, el latín y el griego eran de uso común en la época de Cristo. Pero es poco probable que Jesús supiera latín más allá de unas pocas palabras, explica Jonathan Katz, académico de Lenguas Clásicas de la Universidad de Oxford. El latín era el idioma de las leyes y del ejército romano y sería improbable que Jesús estuviera familiarizado con el vocabulario de ese mundo.
Según Santiago Guijarro, catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca:
El hebreo seguía siendo una lengua viva, pero solo entre ciertas élites cultas que lo utilizaban en su estudio de las sagradas escrituras, para quien es posible que Jesús lo conociera, al menos algunas palabras o incluso algunas frases porque los textos sagrados estaban escritos en hebreo y se leían en público en esa lengua, aunque siempre se traducían».
Los estudios acerca del trasfondo lingüístico de los evangelios apuntan a que las palabras recogidas en ellos fueron pronunciadas originalmente en una lengua semítica: hebreo o, más posiblemente, arameo. Se nota en la peculiar textura del griego usado en los evangelios, que trasluce una matriz sintáctica aramea. Pero también se puede deducir del hecho que palabras puestas por los evangelios en boca de Jesús cobran especial fuerza expresiva traducidas al arameo, y de que hay palabras que son utilizadas con una carga semántica distinta a la habitual en griego, derivada de un uso semitizante. Incluso, en ocasiones, al traducir los evangelios a un lenguaje semítico se perciben en ellos algunos juegos de palabras que quedan ocultos en el original griego.
Es por esto, que la mayoría de los historiadores y teólogos concluyen en que Jesús hablaba cotidianamente en arameo, aunque conociese palabras o incluso frases en hebreo. Es por esto que Jesús dijo esas tres palabras en hebreo, sin embargo hay evidencias en la Biblia de que hablaba en arameo.
Por ejemplo, talitha qum (Mc 5,41), corbán (Mc 7,11), effetha (Mc 7,34), geenna (Mc 9,43), abbá (Mc 14,36), Eloí, Eloí, ¿lemá sabacthaní? (Mc 15,34), o de sus interlocutores: rabbuni (Mc 10,51).
Stanley E. Porter, «Jesus and the Use of Greek in Galilee» en Bruce Chilton - Craig A. Evans (ed.), Studying the Historical Jesus. Evaluation of the State of Current Research (Brill, Leiden - New York - Köln 1994) 123-154.
Pinchas Lapide, «Insights from Qumran into the Languages of Jesus»: Revue de Qumran 8, 4 (n. 32) (1975) 483-501.