Objeción 7. No sabemos si Jesús habló en arameo, por lo que el argumento de Cefas no es válido.


Si bien ya no se conservan copias en arameo del evangelio de Mateo, del texto griego podemos deducirlo. Debemos recordar que cuando el apóstol San Juan nos dice cuál fue el nuevo nombre dado a Simón, nos dice que fue Cefas, y no Petros: “Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (Juan 1,42). Y Cefas (en griego Κηφᾶς = Kēphas) es una transliteración de la palabra aramea (כֵּף = Kēphas) que significa Roca.

Además tenemos: talitha qum (Mc 5,41), corbán (Mc 7,11), effetha (Mc 7,34), geenna (Mc 9,43), abbá (Mc 14,36), Eloí, Eloí, ¿lemá sabacthaní? (Mc 15,34), o de sus interlocutores: rabbuni (Mc 10,51).

Aunque no se conservan copias del evangelio de Mateo en arameo, si se conservan suficientes testimonios históricos de la Iglesia primitiva que datan desde el siglo I, de que este evangelio fue escrito primeramente en arameo y posteriormente traducido al griego.

El más antiguo lo tenemos de la mano de San Papías, un discípulo directo del apóstol San Juan (según San Ireneo de Lyon). Su testimonio lo recoge Eusebio en Historia Eclesiástica:

Esta es la referencia de Papías a Marcos. De Mateo tenía esto que decir: Mateo recopiló los dichos [logia de Cristo] en lengua hebrea, y cada uno los traducía lo mejor que podía. [1]

Paul L. Maier (historiador protestante) aclara respecto a lo anterior que cuando se refiere a lengua hebrea, probablemente lo que se designa es arameo, como en el Nuevo Testamento.


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Referencias y anotaciones
[1] Paul L. Maier, Eusebio, Historia de la Iglesia, Editorial Portavoz, Michigan 1999, pág. 129


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